Europa contra las VPNs y la privacidad: ¿Qué trama España, Italia y Francia?
Empecemos por el principio... Probablemente te estés preguntando qué es una VPN. Pues bien, una VPN (Virtual Private Network o Red Privada Virtual) es una herramienta que protege tu privacidad en Internet. Piensa que cuando navegas sin VPN, es como si enviaras postales por correo: cualquiera en el camino (como tu proveedor de Internet o un gobierno) puede leer lo que pone. En cambio, cuando usas una VPN, es como si enviaras tus datos dentro de una caja fuerte cerrada: solo tú y el destinatario podéis tenéis la llave para abrir la caja y saber lo que hay dentro.
Además, una VPN cambia tu dirección IP (una especie de matrícula que identifica tu conexión), de forma que es posible hacer como que estás navegando desde otro lugar del mundo. Por eso, son tan populares para acceder a contenido restringido por tu país de residencia o navegar sin que te rastreen.
Hay dos tipos de VPN:
- VPN propia: te la montas tú mismo en casa, por ejemplo, en un servidor o un NAS. Es ideal para acceder a tus equipos en tu red local de forma segura desde fuera de tu casa, pero no te oculta ante el mundo, ya que sigue usando tu IP de casa. En Digitel Empresas podemos ayudarte a configurar una VPN propia para que accedas a tus dispositivos y archivos de forma remota y segura.
- VPN de terceros: servicios profesionales (como NordVPN, Surfshark, etc.) que te dejan conectarte desde servidores de otros países y ocultan completamente tu identidad. Estas son las que están en el punto de mira en Europa.
Lo que está ocurriendo en Europa
Italia: oficinas físicas obligatorias y control del tráfico
Italia ya contaba con un sistema llamado Privacy Shield, parecido al que usa España, que permite bloquear transmisiones piratas en directo en solo 30 minutos. Pero ahora va más allá: se quiere obligar a que las empresas de VPN o servicios de DNS (que ayudan a ocultar tu IP) tengan una oficina y personal físico en el país. Además, tendrían que monitorizar el tráfico para diferenciar entre webs legales y piratas.
Esto supone un problema por varias razones:
- Muchas VPN no tienen capacidad económica ni logística para abrir oficinas en cada país.
- Va en contra de su principio básico: no guardar registros ni espiar a sus usuarios.
- Afectaría también a servicios como Cloudflare o WARP (de Apple y Cloudflare), que protegen páginas web de ataques, pero que también enmascaran IPs.
Francia: la ley Hadopi y el acoso a las VPNs
Desde 2009, Francia ya tenía la ley Hadopi, que funcionaba por avisos: si te pillaban descargando contenido pirata, primero te avisaban, y si reincidías, te cortaban la conexión y te multaban.
Ahora, quieren ir más lejos, con una nueva ley que obliga a las propias VPNs a espiar y cortar el tráfico pirata. Es decir, convertirlas en policías de Internet. Esto ha provocado que servicios como OpenDNS (de Cisco) abandonen el país.

España: la sombra de Italia y Francia... y la mirada de Tebas
Aunque España aún no ha aprobado leyes tan agresivas como las de Italia o Francia, los movimientos que están ocurriendo aquí van en una dirección muy similar. Y uno de los grandes impulsores de estas medidas es Javier Tebas, presidente de La Liga, la entidad que gestiona los derechos del fútbol profesional en España.
El conflicto con Cloudflare
Desde hace meses, La Liga está presionando para bloquear páginas que emiten partidos de fútbol de forma ilegal. Para ello, muchas veces se apuntan directamente a servicios como Cloudflare, que no alojan contenido ilegal, pero que sí ayudan a proteger la identidad de webs, tanto legales como ilegales, a través del enmascaramiento de IPs.
El problema es que al cortar direcciones IP asociadas a Cloudflare, también se están bloqueando muchas webs completamente legales que usan sus servicios para proteger su identidad y evitar ataques, lo que genera un auténtico caos en la red. Algunas empresas han visto cómo su web dejaba de funcionar sin previo aviso, sin haber cometido ninguna infracción.
Una vía para aplicar presión a las VPNs
Este tipo de bloqueos no solo afectan a Cloudflare, sino que también sientan un precedente preocupante . La idea de que se puede obligar a intermediarios tecnológicos a filtrar contenido, escanear tráfico o responder a órdenes judiciales en minutos, es la base del mismo argumento que se quiere aplicar contra las VPNs: si algo no les gusta o se sale del guion, hay que eliminarlo.
Tebas ya ha declarado públicamente que sigue de cerca lo que ocurre en Italia y Francia, y si esas medidas funcionan, en España se adoptarán también. Todo parece indicar que no es solo una cuestión de proteger el fútbol, sino una excusa para normalizar el control sobre el tráfico en Internet.

¿Realmente es por la piratería?
La piratería es un problema, sí, pero las medidas propuestas van mucho más allá de combatirla. Obligar a las VPNs a registrar la actividad de sus usuarios o cerrar si no cooperan pone en riesgo la privacidad de todos , no solo de los que cometen delitos.
La paradoja es clara: los que realmente quieren hacer cosas malas siempre encontrarán la forma de esquivar barreras. Las VPNs no son un “arma de delincuentes”; son una herramienta que cada vez más ciudadanos usan para protegerse del espionaje, los rastreos masivos, o la censura en una zona geográfica determinada.

¿Qué hay detrás de este movimiento?
La lucha contra las VPNs no va solo de piratería. Va del control de la información. Como dijo Ursula Von Der Leyen en el Foro de Davos, Europa quiere combatir la desinformación. Pero, ¿a qué coste?
Si se implementan otras medidas como la identidad digital europea y el euro digital (CBDC) , como se prevé próximamente, podríamos ver un futuro donde:
- Cada conexión a Internet requiera identificación personal.
- Toda tu actividad online esté registrada.
- Tus movimientos, gustos e incluso opiniones estén controlados.
Y si no hay VPNs, no habrá forma de protegerse o mantener el anonimato.
En países como China ya se prohíben directamente las VPNs con la excusa de la seguridad. Pero todos sabemos cómo funcionan este tipo de paises y su verdadero objetivo: controlar lo que la gente ve y piensa.